Polo Montañez: Un montón de estrellas

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La pura verdad es que esta canción forma parte de mi vida. Y de una forma bastante directa. Voy a contar la historia, que como se verá va mucho más allá de lo estrictamente musical. Hacia el año 2001 comencé a viajar a Cuba, de una forma bastante asidua. Mi primer viaje fue en verano de ese año (el único contratado a través de agencia), pero ya repetí a finales de ese mismo año, hacia el mes de noviembre. Lo recuerdo perfectamente porque los atentados del 11-S estaban muy recientes y el impacto de los acontecimientos había hecho mella en la mayoría de la población mundial. Y más aún si te subías a un avión a las pocas semanas…

Voy a contar la verdad, así que voy a ser claro, directo y sincero. Entre otras muchas razones porque aborrezco absolutamente la hipocresía, la falsedad y también las apariencias y las mentiras. El principal motivo para viajar hasta allí hay que buscarlo en clave femenina. «Cherchez la femme» dice el proverbio. «Les femmes» en este caso. Sé que esto va a sonar fatal, y en absoluto políticamente correcto. Y menos en los tiempos que corren, donde, dicho sea de paso, la inmensa mayoría de reivindicaciones que se hacen me parecen esencialmente bien, y las apoyo. Hablando de aborrecer, también aborrezco el machismo, el patriarcado y el considerar a las mujeres un mero objeto sexual. Por eso va a chocar lo que voy a decir. Pero no pretendo abrir el melón del debate. Cuento los hechos —la verdad, con sinceridad— y que cada uno piense lo que quiera. La verdad es que siempre me han atraído mucho, muchísimo, las mujeres de raza negra. Acababa de estar en Cabo Verde y «necesitaba» más. Quería más. De hecho, lanzarme de cabeza tras comprobar de primera mano la extraordinaria belleza de algunas de estas mujeres (es simplemente una preferencia, que bien pensado es bastante relativa). Pero en el archipiélago africano no viví ninguna aventura, en absoluto. Quizá por eso. Entonces… ¿turismo sexual? Podría decirse que sí, o muchas personas pensarán sin género de duda que de eso se trata/trataba. Bien, no voy a ofenderme por ello; y a estas alturas de mi vida no me preocupa en exceso lo que puedan pensar, que pueda ser potencialmente absuelto —que se me dé una especie de visto bueno— o condenado y criticado. O ya «marcado», que se me cuelgue una etiqueta y listos: a eso me refiero con la hipocresía social. De acuerdo, este relato tiene un componente de justificación, pero mayormente de explicación y exposición. Y de la misma manera me gustaría despertar esencialmente la comprensión; no pido tanto como la aprobación total.

Es cierto: toda esta parrafada es una justificación o explicación de los motivos que me llevaron a viajar a Cuba. Muchos omitirían esta parte, sencillamente no esgrimirían ningún motivo; o los maquillarían, los disfrazarían con ropajes mucho más presentables. O mentirían como bellacos; o serían unos falsos exponiendo los porqués (a eso me refería y eso es lo que no haré). También podríamos enfocarlo así, reduciendo la cuestión a su expresión mínima: sí, el sexo estaba entre mis motivaciones o entre mis pensamientos a la hora de viajar a la isla. No creo que así suene tan mal. De la misma manera que el sexo está en el pensamiento de millones de personas normales y corrientes en el día a día. Claro, pero viajar a Cuba para… es otra cosa ligeramente distinta.

He sido claro. Lo que ocurre es que la expresión «turismo sexual», por lo menos en el caso de Cuba, es una simplificación excesiva que distorsiona la realidad. Porque en esta vida nada es absolutamente blanco ni negro. Viajas para conocer un país nuevo y diferente, una cultura también distinta y muy rica, una forma de entender y vivir la vida también absolutamente distinta a la de aquí. Sin quitarme ni quitarnos el sexo de la cabeza, viajas para conocer el país y a sus gentes. Que en el caso de Cuba no es un aspecto menor; más bien el polo diametralmente opuesto. Porque es casi imposible que no te involucres con la gente allí, a poco que te relaciones y convivas; a poco que te dejes permear por lo que te rodea. No es ningún tópico, sino algo absolutamente cierto: el pueblo cubano es abierto, amable y hospitalario. Y muy cálido y divertido. Es verdad: hice bastantes conquistas, totalmente efímeras y bastante discutibles (entenderé si alguien piensa que resulto patético). Pero ese era el objetivo: tener experiencias, vivir aventuras, divertirse, pasarlo bien. Conocer gentes, conocer mujeres. La experiencia, en el amplio sentido, es vital, y además muy intensa. De hecho ha sido una de las partes más importantes de mi vida. Y no me arrepiento de nada ni cambiaría prácticamente nada; viví experiencias, aventuras, me divertí, salí de noche, aprendí a bailar salsa, desfasé bastante, hice unas cuantas locuras, hice amistades… y por supuesto me empapé de música, pues viajaba con las orejas muy abiertas. Así que el sexo acaba siendo solo un ingrediente más (genial) de un cóctel extraordinario.

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En pocas palabras, fui bastante feliz en mis viajes a la isla. Pero sucedió algo más, y esto no es ninguna mentira o «creación literaria para redondear un relato en un blog»: encontré el amor. El amor, de hecho, me redimió. Aunque seguía siendo un «cabra loca». La que acabó siendo mi pareja estable, y que después se convertiría en mi mujer (todo terminó mal tiempo después, en divorcio, por si alguien se hace la pregunta) fue la que me habló por primera vez de Polo Montañez. Me contó que acababa de morir y que eso de alguna manera acrecentaba su ya leyenda en claro crescendo. Es fuerte, porque murió el 26 de noviembre del 2002, para ser exactos: en la época que yo viajaba allí con frecuencia. En un momento determinado escuché la canción por primera vez, y enseguida me llamó la atención: por su hermosa melodía, que a la vez era pegadiza y rezumaba una sencillez casi luminosa (una de sus virtudes). También por la letra, otro de sus fuertes. Y además, porque una frase como «porque yo en el amor soy un idiota» es muy difícil que te pase desapercibida. Más si te sientes bastante identificado. Así que empecé a oírla y me fue calando, hasta convertirse en una de mis preferidas de aquellos tiempos. Y de hecho, letra aparte, podría decir que es una de las canciones más bonitas que jamás he escuchado. Digo «letra aparte» porque ésta puede resultar algo polémica: se habla de una mujer que claramente es «la mala», muy mala de la historia. Podría interpretarse como una letra misógina, pero sinceramente no creo que Montañez fuera un misógino en absoluto: sencillamente habla de una historia que fue mal, de desamor, dolor y sufrimiento. Cuando amas con el corazón y la otra persona no siente lo mismo: eso está narrando en una letra y canción más que notables.

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Polo Montañez fue el nombre adoptado artísticamente por Fernando Borrego Linares, nacido en la zona de El Brujito, en la provincia cubana de Artemisa, el 5 de junio de 1955. De orígenes muy humildes, nació en el seno de una familia campesina. Tuvo once hermanos y fue el penúltimo hijo de la pareja Borrego Linares.

«Su padre se dedicaba a hacer carbón por lo que iba de un lado a otro del lomerío siempre buscando la forma de estar cerca del monte, su principal materia prima; cambiaba constantemente de casa las cuales construía humildemente con techos de guano, yaguas y pisos de tierra.

[…]

Polo se subía en un cajón y tocaba la tumbadora que no era más que un tronco de aguacate pulido con cuero de panza de vaca; pronto comenzó a cantar y a tocar guitarra convirtiéndose en el líder del grupo. Laboralmente, tuvo varias ocupaciones: carbonero, ordeñador de vacas, tractorista y cortador de caña, entre otras».

(Cita de un interesante y completo artículo en todocuba.org; seguiremos con el color azul para esta fuente).

Sí, a los 7 años aprende a tocar la tumbadora. Su padre se llamaba Julio y su madre Lucrecia, y con ellos se inició musicalmente. La tumbadora…

«La conga tumbadora es un instrumento membranófono de percusión de raíces africanas, que fue desarrollado en Cuba. Además de su importancia dentro de la percusión en la música afrocubana, la conga se convirtió en un instrumento fundamental en la interpretación de otros ritmos latinos como la salsa, el merengue y la timba cubana».

(Fuente: Wikipedia).

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«Comenzó a los 7 años «golpeando los cueros de una tumbadora» en las fiestas familiares, según decía. Su padre tocaba el acordeón y la madre bailaba. Se crió en un ambiente muy musical, a pesar de los apremios económicos familiares. Durante las noches escuchaban la radio, el único entretenimiento posible en ese momento, donde el pequeño Fernando se aprendía de memoria, con gran facilidad, las canciones románticas de los cantautores españoles e italianos […]. Más tarde se interesó por las cuerdas, ejecutando la guitarra con notable talento y un oído musical impecable. «Ahora me doy cuenta de que entre las cuerdas y la percusión estaba el camino de la música cubana, el que más tarde me trazaría como un objetivo en la vida». Luego formó parte de un sexteto familiar integrado por su padre, sus hermanos y otros familiares y amigos».

(De la web vidapositiva.com; seguiremos con el verde para esta fuente).

«Compuso su primera canción en 1973, a la que tituló “Este tiempo feliz”, después siguió creando, pero guardaba sus números en una gaveta porque no los consideraba de valor.

[…]

Realmente, muy pocos en la familia de Polo confiaban en que alcanzaría la fama tan rápido, dicen que en apenas tres años todo cambió radicalmente. Su vida en las montañas, allá en Candelaria (antigua provincia Pinar del Río, hoy Artemisa) se convirtió en un constante ir y venir por el mundo. Y el responsable de eso fue un señor nombrado José da Silva, presidente de la disquera Lusáfrica.

Al fundarse el Complejo Las Terrazas, Polo y su grupo comenzaron a actuar en las diferentes instalaciones turísticas del lugar, entre ellas el Hotel Moka, Rancho Curujey y el Cafetal Buenavista. En ese quehacer, lo conoció el propietario de una disquera y decidió hacerles una audición que terminó en la proposición de un contrato para grabar varios discos. Fue entonces cuando comenzaron a llamarse “Polo Montañez y su grupo”, en aras de una mejor promoción musical».

Así es: ese «pez gordo» fue el caboverdiano José da Silva, fundador y presidente del sello discográfico Lusáfrica. Lo que iba a ser una simple audición se convirtió en la firma de un contrato. Recordemos que la «disquera» Lusáfrica fue la responsable del salto al estrellato de Cesária Évora, pues da Silva fue su descubridor. Se han especializado en músicos de habla portuguesa pero también han ido a «pescar» artistas a los Estados Unidos, Brasil o… Cuba.

«De ahí nació el CD Guajiro Natural del cual se vendieron en Colombia más de 40.000 copias para obtener los Discos de Oro y Platino y ser reconocido como el artista internacional más escuchado.

En menos de tres años y con solo dos discos grabados, Polo Montañez saltó a la fama y se convirtió en ídolo popular en Cuba, gracias, entre otros detalles, a su sencillez y a un carisma que cautivaba. Su esencia campesina, que defendió incluso en los sitios más citadinos de dentro y fuera de Cuba, ayudó a fomentar esa especie de veneración que le profesaban.

Las cifras de espectadores a sus conciertos rompieron todas las expectativas. Sumaban miles y miles los niños, jóvenes, adultos y ancianos los que abarrotaban los lugares donde se presentaba.

[…]

Genéricamente, se adscribe a distintos tipos de sones, guarachas o piezas cercanas a la canción. Es así como se aproximaba a un examen musical de las piezas de alguien que componía sin saber escribir las notas musicales de sus obras, de modo que tenía que contratar a un transcriptor cada vez que concluía una melodía, o memorizarla en un esfuerzo grandioso».

Aquí tenemos la historia, que no es poca cosa: un artista absolutamente autodidacta; un músico sin ninguna formación; un guajiro, exponente de la vida y la esencia campesina; más de cuarenta mil copias vendidas en Colombia de su primer disco, que le supuso los Discos de Oro y de Platino. Y el salto a la fama en su propio país en un abrir y cerrar de ojos.

Este mismo artículo (donde se explican detalles de su vida privada y al final se reseña toda su discografía) nos explica que Montañez mezclaba muy hábilmente los distintos géneros en sus canciones, pero respetando los patrones de cada uno. La parte instrumental estaba muy trabajada también. Una muestra de esa mezcla de estilos la tenemos en el tema que nos ocupa hoy: la segunda mitad de la canción da un giro evidente hacia la salsa.

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«A los 44 años contaba con más de 70 canciones propias, escritas de forma autodidacta, pues no tenía ninguna formación profesional ni conocimientos musicales que no sean los que aprendió de escuchar los sonidos del monte. Su banda simplemente seguía el tono de su voz con los instrumentos […].

Su popularidad comenzó con la salida al mercado internacional de su primer disco «Guajiro Natural», grabado por la casa discográfica LUSAFRICA, la que un año más tarde patrocinó su segundo CD titulado «Guitarra Mía».

En menos de un año —la segunda mitad del 2001— pasó a encabezar las listas de éxitos de las radios del país con el tema «Un montón de estrellas». Con este y otros temas de su primer disco, Guajiro natural, conquistó al público colombiano y se abrió paso en otros países de América Latina y de Europa occidental. Tras su muerte salió al mercado un tercer disco de tributo a su memoria».

En el año 2000 sale al mercado…

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Y en el 2001…

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Me produce cierta emoción hablar de este personaje, lo confieso. Da la sensación de que ya gozaba de cierta aureola de leyenda en vida: por esa personalidad tan auténtica, por su enorme talento, y por esa meteórica ascensión al éxito. Leyenda que se acrecentó tras su muerte —y esto pude percibirlo allí en Cuba de primera mano—.

«El 20 de noviembre de 2002, en viaje de regreso de ciudad de La Habana hacia San Cristóbal, impactó su auto contra un camión en la zona conocida por La Coronela, resultando gravemente herido».

Falleció a los seis días, a causa de las heridas.

«[…] en el cementerio de Candelaria lo despidió el Himno Nacional y aquel canto suyo al montón de estrellas. Desde entonces, sus canciones han dejado mucha luz, entre tantos que lo admiran y lo cantan. Su obra quedó para la historia de la música popular cubana».

Tras su muerte se publicó ese tercer disco mencionado, así como varios libros, otros álbumes con temas inéditos, un DVD, etc.

Polo Montañez visitó cinco veces Colombia para actuar allí; en dos ocasiones Francia. También estuvo en Portugal, Bélgica, Países Bajos, Italia, México, Ecuador y Costa Rica. Compartió escenario con artistas como Rubén Blades, Andy Montañez, Margarita Rosa de Francisco, Cesária Évora, Cándido Fabré, Compay Segundo, Eliades Ochoa, Adalberto Álvarez, Danny Rivera o Gilberto Santa Rosa, entre otros.

Como última curiosidad, digamos que en el grupo de Montañez tenía un papel destacado una guitarra que se denomina «tres» («el tres cubano es un instrumento cordófono, derivado de la guitarra que surgió en la isla de Cuba, más específicamente en las zonas rurales del oriente cubano»). Suele llevar tres cuerdas dobles y a la persona que lo toca se la denomina «tresero»…

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Y el propio Montañez tocaba un instrumento de percusión que se denomina güiro, y que se hace sonar raspando. Los tradicionales se construían a partir del fruto seco del calabazo. Se utiliza mucho en Brasil y en otros países latinoamericanos…

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«… que ha sufrido mil derrotas». La gracia está en levantarse y seguir adelante. Aquí tenemos la canción…

Vuelvo a mis reflexiones para cerrar el círculo. Quizá alguien podrá preguntarse cómo encaja todo lo narrado aquí con mi «giro» espiritual de los últimos tiempos. Muy fácil: tal «giro» no es ningún giro en absoluto. La fascinación y el interés por la espiritualidad (y la figura del Buda) me acompañan desde mi adolescencia. Ya estaba presente mucho antes del viaje a Cuba. Y después también. Simplemente digamos que se ha mantenido latente y ahora ha «explotado».

Veo toda esta historia narrada aquí como algo ya un poco lejano en el tiempo. Quedó atrás, está superado. Mi vida ha cambiado mucho y mi persona también, bastante. Además es obvio que la vida que llevo aquí nada tiene que ver con las experiencias vividas allí. A no ser que hubiera surgido —o hubiera buscado— una manera de llevar una vida aquí con algunas similitudes. Frecuentar ambientes latinos o cubanos, por poner un ejemplo.

Creo en verdad que el Buda (la conciencia búdica, la inteligencia impersonal, invisible y no manifiesta) es el único «actor» de todas las películas, historias y dramas. Que se expresa a través de o «se encarna» en millones y millones de vidas: las nuestras, y las de todos los seres sintientes. Esa Conciencia o Mente Única es el sustrato o elemento común de fondo. Podrá sonar extraño, abstracto o vago (o ridículamente metafísico) pero es algo tan simple y tan obvio que por eso es tan fácil que se nos escape. La Conciencia «antes» o «por debajo» de los pensamientos y del yo.

En fin, que el Buda es esa hormiga o araña que un desaprensivo o un despistado aplasta; el Buda es un despiadado militar rociando con napalm las selvas vietnamitas; es el violador o asesino inhumano y cruel y también es la pobre niña a la que extirpan el clítoris; el Buda es el más gilipollas y abominable de los altos ejecutivos de Wall Street (o de los acosadores sexuales de Hollywood) y también la persona más pobre y humilde del planeta, pero con el corazón más generoso y luminoso. Vive y protagoniza todas esas vidas, arropado en personalidades individuales.

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Por esta razón no existe ningún «problema» o «contradicción» con la historia narrada aquí, con esas vivencias. Cualquier ciudadano de cualquier procedencia que viaje a La Habana o a cualquier otra ciudad del mundo para divertirse, desfasar, tener sexo y vivir aventuras y emociones también es una expresión de la budeidad. «El Buda» es simplemente un símbolo. Ya no existe, porque fue un personaje histórico (en realidad unos cuantos). Es un símbolo de esa conciencia impersonal.

Si has sido una persona atenta, sagaz, intuitiva y sensible leyendo esta entrada es muy posible que hayas caído en la cuenta de lo que significa en buena medida ésta: liberarse; soltar lastre; exorcizar mis demonios; cicatrizar posibles heridas; abrir las ventanas y airear la casa (en una ocasión lo expresé de forma figurada: «que corra el aire fresco»); psicoterapia; contar mis tribulaciones en un imaginario diván a un imaginario psiquiatra o amigo; limpiar mi (mala) conciencia; hacer público lo privado. No es tan difícil entender en qué consiste esa liberación, ese soltarse de las cadenas del samsara.

Disculpad si en una misma entrada he mezclado temas tan distintos: es que no creo en los compartimentos estancos en la vida. Así se obtiene una visión de conjunto, que me parece la más acertada. Esta entrada, aparte de un acto de agradecimiento y tributo, es otro pequeño escalón en ese camino hacia la paz interior.

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13 respuestas a Polo Montañez: Un montón de estrellas

  1. lrotula dijo:

    Mira que te gusta pisar los charcos.

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    • Tu comentario habla y muestra.

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      • lrotula dijo:

        Bueno no te he entendido la respuesta y a lo mejor no has extendido mi comentario.
        Me explicare.
        Un blog es algo personal y esta claro que tiene que haber mucho de eso. Lo que pasa es que para alguien tan reservado como yo que cuentes detalles de tu vida tan personales me sorprende.

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      • lrotula dijo:

        Para mi el charco es el hecho de contarlo. Lo que cuentas por supuesto no lo voy a juzgar. El que este libre de pecado que tire la primera piedra.

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        • Ostras, pues me dejas sorprendido totalmente con tu respuesta. Gratamente. Muchas gracias por la explicación. Así que pisar los charcos es contar estas historias. Jamás lo hubiera interpretado así. La verdad es que esta tarde he pensado qué habrías querido decir exactamente. Porque daba la sensación de entrada de que querías significar algo del tipo «arrastrarte por el fango», «enfangarte» (por similitud de las metáforas), «caer en lo más bajo», «tocar fondo» o cosas así. De hecho nada de esto sucedió, ni toqué fondo en ningún sentido. Son historias donde las apetencias sexuales jugaron un papel. Ya, se me podrá llamar depravado o golfo o cosas así. Si no me juzgas te lo agradezco. Yo también puedo ser muy duro y crítico conmigo mismo, de hecho no necesito a nadie para eso.
          No te sorprendas porque explique cosas tan personales. No pasa nada de nada. En realidad es una etapa ya pasada de mi vida, superada. Agua pasada no mueve molino. El panorama que he dibujado es general, de hecho no entro en detalles concretos, más allá de ese enlace y divorcio. Y además ya dejo claro que me sirve para liberarme, soltar lastre o soltarse de algunas cadenas. Y no es algo figurado.
          A lo hecho pecho. A lo vivido y a lo escrito aquí, que se queda. Cualesquiera que sean las reacciones y los comentarios.

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        • Y… el tema de Polo Montañez, ¿qué te parece?

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  2. evavill dijo:

    Habrá que seguir el consejo de Polo Montañez, aunque suframos mil derrotas levantarnos y seguir.
    Del resto no voy a opinar nada, tú has querido contarlo y yo lo he leído. Lo mismo que Irótula, procuro no juzgar a nadie.
    Besos

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  3. Raúl dijo:

    Suena un poco pop el tema, ¿no? Me ha sorprendido porque me esperaba algo más en la onda de la guajira, el son o el bolero y, en mi opinión, se acerca más al estilo de Juan Luis Guerra. En cualquier caso, suena muy bien y me gusta especialmente cuando entra la guitarra hacia los dos tercios de la canción. Ya veo que Cuba es y ha sido muy importante para ti. Saludos.

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    • Es verdad, suena bastante pop. Supongo que porque Montañez fuera un guajiro no implica que hiciera canciones del estilo guajira. Ni siquiera se asemeja al son. Pero un gran tema. Se le ve mucha soltura con las melodías.
      Sí que fue importante, pero una etapa breve pero intensa. Es bastante extraño, porque la vida en ambos países es muy, muy diferente.
      Ciao.

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  4. Carmen dijo:

    Hola What!
    No conocía a Montañez,gracias por la presentación.
    Respecto a la letra de la canción : hay gente que aunque se le bajen las estrellas (y la mismísima Luna) nunca tienen suficiente.

    En cuanto a tu historia personal…es tu vida!
    Mientras no se haga daño a nadie…que cada uno haga con su vida lo que quiera.Faltaría más.

    Besos.

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    • Hola Carmen. Qué auténtica sorpresa. Me alegra muchísimo verte por aquí. Aún estoy despierto. Acabo de publicar otra entrada.
      Pues sí, qué buena y aguda tu observación: lo de bajarte las estrellas y la luna y no ser suficiente. Para mí muy buena canción y letra. Y es que todos somos idiotas en el amor en un momento u otro. Siempre hay alguien que nos parte el corazón.
      Sí, ha sido y es mi vida.
      Un beso muy grande.

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  5. Moisés Hurtado Carrasco dijo:

    Una historia fascinante, real y sincera. Simplemente ¡Gracias!

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