Arcade Fire: Sala Razzmatazz (05/07/16)

Si existiera un hipotético premio pensado para los amantes de la música, para los apasionados seguidores del panorama pop-rock -y todo lo demás- y de las novedades que constantemente van surgiendo, pero que al mismo tiempo estuviera planteado bajo el lema «Para el pringado, el empanado mental que jamás se entera a tiempo de los buenos conciertos en su propia ciudad natal», estoy seguro de que yo optaría con serias posibilidades a estatuilla…(Y que obvia y penosamente se los pierde, terminaría dicha frase).

La banda canadiense Arcade Fire pasó por, arrasó y dió todo un recital -nunca mejor dicho- en mi Barcelona natal, el pasado 5 de julio. ¿Acaso se enteró a tiempo el que escribe? Para nada, pues estaba dormitando en la inopia informativa y expectante cuando sacan esa papeleta del sobre para anunciar lo de «And the winner is…».Win Butler, Régine Chassagne y el resto de la formidable banda tocaban en la mítica sala Razzmatazz el pasado martes 5 de julio del 2016. Un concierto inédito, atípico, hasta cierto punto secreto o clandestino (cabrones…) y sin duda muy poco publicitado y anunciado. En algún punto indeterminado que tampoco recuerdo, me entero de la noticia bomba y bastante increíble, debió ser muy a principios de julio. Y claro, según la web de la propia sala Razzmatazz, las entradas se ponían a la venta el 23 de junio (petardazo indiscutible) a las doce del mediodía. Esto significa que, para unos 2.500 potenciales y afortunadísimos asistentes, las entradas se agotarían en lo que tardamos en pestañear el común de los mortales.Circunstancias muy peculiares las de este rápido y sorprendente aterrizaje en Barcelona. La banda de pop-rock que llena estadios sin problema venía a tocar a una sala más bien reducida. Y es que esta fugaz visita se enmarcaba entre las tres únicas actuaciones que la formación canadiense ofrecería este verano en Europa y la única que tendría lugar en aforo reducido en una sala de conciertos. Con este concierto tan especial, Arcade Fire calentaban el ambiente antes de su salto al Bilbao BBK Live el 7 de julio. Un cartel el del festival vasco bastante respetable, por no decir que se me hizo la boca agua al repasarlo. Y por lo que nos deja entrever YouTube, la tercera actuación fue la del 9 de julio en el festival NOS Alive de Lisboa.Y según declaraciones de este señor, Win Butler, a El Periódico, esa sorpresiva actuación fue un modo de «pagar por nuestros pecados por no haber tocado en Razzmatazz en su día». Los canadienses arrasaron con un pedazo de actuación donde dieron un completo repaso a sus grandes hits. Sin reservar nada, «como si sus vidas dependieran de ello», como nos señala la excelente crónica del concierto que hace indiespot.es. Dicha crónica desgrana los temas y las diferentes fases de la actuación, donde se repasaron los mejores momentos de sus cuatro discos.Tenemos otra magnífica reseña en elperiodico.com, donde se nos recuerda otros detalles que hicieron muy especial el evento: Se trataba de la primera actuación de la banda desde que cerraron la gira del Reflektor en agosto del 2014. Ni más ni menos que 12 músicos se congregaron sobre el escenario, incluyendo percusión, metales y violines, uno de ellos tocado por un invitado de lujo, el virtuoso Owen Pallett.Todos estos detalles puntuales y relacionados con el actual momento del grupo convirtieron este concierto en algo muy especial, memorable y único. Desde luego, los 2.500 espectadores pueden considerarse auténticos privilegiados. A eso añadamos las dimensiones, trascendencia, repercusión y éxito que ya ha alcanzado la banda. El decidir actuar en una sala de medianas dimensiones es algo inédito, en cierto sentido un movimiento en el sentido inverso de su crecimiento, y un auténtico regalo para ese público. Sea como fuere, vuelta a las raíces, a la originalidad, al feeling primigenio, el pagar una deuda, el acometer y demostrar que pueden entregarse totalmente sin necesidad de que sea un estadio, convierte esa decisión en algo loable y muy de agradecer, sólo propio de los grandes.Y hablando de grandeza y en relación con todas estas consideraciones, hay otro hecho ligado a la calidad y la identidad de esta banda. Y aquí voy a saltarme toda objetividad para expresar mi punto de vista -aunque paradójicamente- concordando con la innegable aceptación de Arcade Fire por parte de público y crítica: Probablemente nos encontramos ante la banda más importante de todo el panorama mundial. Ante la más innovadora, la más influyente, la que atesora más talento. La enorme, gigantesca entidad de muchos de sus temas, así como la fusión de estilos y la apabullante apuesta instrumental les convierten en un referente innegable para el resto. No se me ocurre pensar, en términos de influencia, trascendencia o innovación, en formaciones que puedan considerarse ahora a su altura. ¿Podríamos citar ahora a algunas, pensar en alguna de ellas? No es fácil. ¿Daft Punk, Tame Impala, The National, Radiohead…? ¿Quién? ¿Acaso bandas mucho más consagradas y multitudinarias, tipo U2 o Coldplay? ¿También en términos de innovación? Mis serias dudas tengo. Por no decir que grupos que llevan décadas en activo, o muchos años, los considero directamente dinosaurios o reliquias, y eso no quiere decir que no saquen discos dignos. Y ahí entrarían los Rolling Stones, Pink Floyd, AC/DC, la misma banda de Springsteen y un larguísimo etcétera. Repito: Pienso en términos de innovación básicamente. No, no creo que resistan la comparación, ni siquiera U2 o Coldplay la resisten. Un grupo que sí podría hacerlo, de no haberse disuelto, serían los R.E.M. O dándole la vuelta al planteamiento: Grupos nuevos, innovadores, interesantes, creativos, frescos, hay muchos, realmente decenas. Pero que hayan alcanzado una trascendencia mundial y una envergadura comparable a los canadienses, ninguno.Lo que hubiera dado por estar ahí. No es de extrañar el entusiasmo del público presente, la entrega, la euforia, el que boten locos de alegría y satisfacción. Tuvo que ser una experiencia increíble, hermosísima, intensa, impagable. Un sueño hecho realidad. Para los que somos auténticos fanáticos de la banda, para los que nos conocemos sus temas prácticamente de memoria, muchísimos de estos son auténticos himnos -ni un ápice menos- y auténticos orgasmos -ni un ápice menos-.

Iba a empezar esta entrada de una manera totalmente distinta y quizá algo polémica -y alejada del tema central-. Iba a preguntar directamente si Dios existe. Para algunas personas, ateos, negacionistas, nihilistas, agnósticos, escépticos, etc, etc, está «clarísimo» que no. Consideran a Dios una absoluta quimera, un ideal, un producto de la mente humana y nada más, un intento irracional de explicarlo todo. No estoy entre estas personas. Aunque huyo de la palabra «Dios» -no me gusta nada- por todas las connotaciones y contaminación ideológica, cultural e histórica, sí que creo en una dimensión espiritual de la realidad. Espiritual. Podría tardar meses en desarrollar este punto de vista, cosa que no haré. Intento no dejarme confundir por el reduccionismo empirista, porque sé que a «Dios», o lo que sea en verdad espiritual, no podremos encontrarlo mediante un microscopio, ni siquiera mediante el Gran Colisionador de Hadrones, ni mediante determinado enfoque de la ciencia. La cuestión es que iba a conducir todos estos planteamientos hacia la pregunta que me interesaba plantear: Dejando de lado interpretaciones religiosas o espirituales…¿existe lo que podríamos denominar el paraíso? Sí, a veces sí, aunque sea plena y completamente material, sensorial, empírico, «real», de este nuestro mundo de cada día. Si esa conciencia universal sin fronteras puede ser el mismo universo, o la más simple de las células, el paraíso puede ser, por ejemplo, el «aterrizaje» de los Arcade Fire en la sala Razzmatazz y la experiencia que eso significó para los que tuvieron la suerte de asistir.

Y «sin fronteras» musicales va a terminar este artículo. Porque la pretensión de presentar un solo tema de la banda se desmorona, antojándose ridícula y casi imposible de cumplir, ante el arsenal de joyas, de trallazos a los sentidos que descargaron sin apenas descanso Win Butler, Régine Chassagne y compañía…

«We Used to Wait», impresionante…

«Reflektor» seguido inmediatamente por «Afterlife». Ahí es nada. Dos temas que coquetean con la idea de una vida más allá de nuestra existencia en este mundo…

Arrancaba el concierto con el «Ready to Start», muy apropiado, seguido nada menos que por «The Suburbs»…

«Keep The Car Running»…

«No Cars Go»…

«Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)». MA-RA-VI-LLO-SA, bellísima, impagable…

La emblemática y preciosa «Neighborhood #1 (Tunnels)»…

Nos vamos con el «Here Comes the Night Time». Pero hubo más, mucho más. Barcelona, Catalunya e invasión de cabezudos, al más puro estilo Reflektor. Un tema de este último álbum, con extrañas reminiscencias, quién sabe si haitianas, étnicas, rítmicas o de vocación bailable. Fiestón, fiestaza, fiestorro, jolgorio. Si «Dios» o «lo espiritual» podrían ser una expresión idealizada para intentar denotar lo infinito y lo eterno, «paraíso» sin duda es otra expresión idealizada para retratar una experiencia, algo fantástico o que está muy bien. O séase, Arcade Fire, Razzmatazz, 5 de julio del 2016.